Razón y Pasión
Por Marvelia Escalante
El ser humano desde su origen ha sido impulsado por las emociones. Nuestros sentimientos y anhelos más profundos son el motor que acciona la manera de actuar en diferentes momentos o situaciones impulsados por el amor, la rabia, el miedo, la felicidad o la tristeza.
En un momento de peligro o situación límite, tomar una decisión puede depender de motivaciones como el amor. Goleman asegura que “El poder de las emociones es extraordinario”, por ello la preponderancia del corazón sobre la cabeza en los momentos realmente cruciales.
Las emociones originan acciones y cada una de ellas tiene un resultado diferente. Gracias a esas acciones nuestros antepasados lograron resolver adecuadamente los desafíos a los que se ha enfrentado la raza humana, garantizando su supervivencia.
Nuestras decisiones y nuestras acciones dependen de nuestros sentimientos y pensamientos. Es por ello que el miedo conlleva a la protección de nuestros seres queridos por encima de nuestra propia humanidad, y es una reacción automática que ya existe en nuestro sistema nervioso y busca perpetuar la especia.
Pese a que la sociedad ha impuesto normas de conducta que en parte frenan los excesos de emociones en los individuos, la razón muchas veces es desbordada por la pasión.
Las predisposiciones biológicas a la acción son modeladas por nuestras experiencias de vida y el entorno social donde nos desarrollamos. La evolución nos ha dotado de maneras de actuar frente a las emociones más esenciales, a través de una programación para la reacción o respuesta automática.
Tomando en cuenta que en toda emoción hay implícita una tendencia a la acción, los investigadores han confirmado con detalle la forma como cada emoción predispone al cuerpo a diferentes respuestas automáticas. Entre ellas:
EMOCIÓN | RESPUESTA |
Enojo | -Aumenta el fluido sanguíneo en las manos. -Aumenta el ritmo cardiaco y la tasa de hormonas. -Facilita las acciones violentas. |
Miedo | -Retira la sangre del rostro (sensación de quedarse frio y palidez). -Aumenta el flujo sanguíneo a la musculatura larva para favorecer la huída. -Los nervios desencadenan respuestas hormonales que ponen en estado de alerta el cuerpo (inquietud y predisposición a la acción). |
Felicidad | -Aumenta la actividad de un centro cerebral que inhibe los sentimientos negativos. -Aquieta los estados de preocupación. -Aumenta la energía disponible. -Proporciona al cuerpo un reposo, entusiasmo y disposición para cualquier trabajo que lleve a cabo. -Fomenta la disposición al logro de objetivos. |
Amor | -Activa el sistema nervioso parasimpático. -Genera un estado de calma y satisfacción que favorece la convivencia. |
Sorpresa | -Arqueo de las cejas que aumenta el campo visual permitiendo que penetre más la luz en la retina, proporcionando más información sobre el acontecimiento inesperado. Todo esto permite elaborar el plan de acción más adecuado. |
Desagrado | -Se expresa con un gesto de frunción ligera de la nariz y ladeo del labio superior como intento de cerrar las fosas nasales para evitar el olor. |
Tristeza | -Disminución de la energía y del entusiasmo por las actividades vitales. |
Ahora bien, al conocer las emociones y sus respectivas respuestas no estamos garantizando que vamos actuar racionalmente todo el tiempo, y es que los seres humanos de cierta forma tenemos dos mentes: la que piensa y la que siente.
Nuestra vida mental es construida por lo que pensamos y sentimos. La mente racional es la que comprende, analiza, reflexiona, mientras la que siente es irracional, ilógica muchas veces e impulsiva. Mientras más intenso es el sentimiento, más dominante llega a ser la emoción, y más ineficaz la razón.
La mente emocional y la mente racional nos guían a través del mundo. Ellas trabajan en estrecha colaboración, pero cuando aparecen las pasiones comienza el desequilibrio, desbordándose la mente emocional.
Comprendiendo el Cerebro Humano
Nuestro cerebro pensante creció y se desarrolló en la región emocional y está vinculado con miles de circuitos neurales. Es por ello que las emociones influyen en el funcionamiento global del cerebro.
El neocórtex a lo largo de la evolución permitió a los seres humanos superar las adversidades, transmitiendo en sus genes esa configuración neuronal que garantiza la supervivencia de la especie a través de estrategias y planificación que dieron como resultado el arte, la cultura y civilización.
La vida emocional es matizada por el neocórtex. Recordemos que las estructuras límbicas generan sentimientos de placer y deseo sexual, pero las conexiones del neocórtex establecen otro tipo de vínculos que sugieren procesos perdurables para el desarrollo del cerebro como por el ejemplo criar a los hijos y permitirles crecer y evolucionar.
De igual forma existen explosiones emocionales que se pueden definir como secuestro emocional. En este caso, un centro del sistema límbico declara el estado de emergencia o alerta y utiliza todos los recursos del cerebro para actuar de inmediato, sin que el cerebro pensante busque una respuesta correcta.
Todas esas reacciones o respuestas a las pasiones se encuentran en la amígdala que se halla encima del tallo encefálico, cerca de la base del anillo límbico, ligeramente desplazado hacia delante. Ella es la responsable de las cuestiones emocionales y está muy ligada a los procesos de memoria y aprendizaje. La amígdala es el depósito de la memoria emocional, en ella y su interrelación con el neocórtex se encuentra el núcleo de la inteligencia emocional.
El Cerebro Emocional (Entrevista a Joseph E. LeDoux)
Tomado de http://www.desdeelexilio.com/2008/06/02/el-cerebro-emocional-entrevista-a-joseph-e-ledoux/
Joseph LeDoux no necesita presentación, al menos no para quien esté interesado en la neurociencia, y menos aún para quien sienta interés en la neurociencia de las emociones. Junto a Antonio Damasio es el científico que más jugo le ha sacado a los aspectos emocionales de nuestra conducta (y de nuestra experiencia subjetiva). Su aproximación ha sido fundamentalmente a través del estudio de laboratorio de otras especies, y se ha centrado sobre todo en la emoción del miedo. Ha podido seguir las rutas que llevan la información desde los sentidos hasta el cerebro emocional, particularmente a la amígdala, y ha observado cómo en esta se crea una memoria emocional, que condiciona todo nuestro comportamiento y nuestra percepción del mundo.
Dice en el libro “Emoción y Conocimiento”, en el que es coautor, como conferenciante sobre el tema: “Es Profesor del Departamento de Psicología y del Centro de Investigaciones neuronales de la Universidad de New York. Licenciado y Máster en ciencias por la Universidad Estatal de Louisiana, y Doctor en Filosofía por la Universidad Estatal de New York. Ha trabajado como docente en el laboratorio de neurobiología y en el Departamento de neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cornell. Sus estudios se centran en las emociones como procesos biológicos. Es miembro de la Society of Neuroscience y autor de una cincuentena de trabajos sobre su especialidad”.
1) ¿Hasta qué punto diría que es la racionalidad una herramienta al servicio de la emoción, ateniéndose a lo que revelan sus estudios y experimentos sobre el cerebro emocional?
R. Nuestros cerebros (y mentes) aman las dicotomías, como razón y emoción, bueno y malo, conservador y liberal. Pero en realidad estas son siempre simplificaciones desmedidas. Uno de los grandes desafíos de hoy en la investigación del cerebro es entender cómo funciona el cerebro en su conjunto más que cómo funciona en sus pequeñas partes. Por consiguiente, tanto saber cómo la racionalidad sirve a la emoción, o a la inversa, me interesaría saber como la racionalidad y la emoción interactúan para ayudarnos a afrontar los retos de la vida.
2) ¿Son las emociones una especie de memoria evolutiva, de la especie, que nos marca una moral de supervivencia?
R. Tenemos muchas “memorias evolutivas”. Cada función del cerebro es una clase de memoria evolutiva. Pero más específicamente tenemos tendencia a responder de ciertas formas a peligros ancestrales por una memoria evolutiva. Es por ello que ver a alguien asustado puede asustarte en situaciones de incertidumbre, o por lo que desarrollamos fobias a serpientes y arañas, o a las alturas.
3) ¿No es el miedo, además de un mecanismo de supervivencia en un entorno potencialmente hostil, un eficiente modulador en las relaciones sociales?
R. El miedo puede, definitivamente, modular las situaciones sociales. Maridos, esposas, padres y profesores usan el miedo igual que los políticos para conseguir objetivos sociales. Este no es un juicio de valor. Es justamente lo que hacemos. Sería mejor si usásemos formas menos aversivas de motivación pero precisamente porque el miedo funciona tan bien, es por defecto lo que más usamos.
4) ¿Podría hacernos un anticipo del que va a ser su próximo libro?
R. Estoy trabajando en un libro de texto de psicología biológica más que en un libro divulgativo. Pero he estado escribiendo bastante música sobre la mente, el cerebro y desórdenes cerebrales, y tocándola con mi Banda, The Amygdaloids. Nuestro CD, que se llama “Heavy Mental”, contiene canciones que hablan sobre cuestiones profundas de forma desenfadada.
5) ¿Cuál es el objeto de su interés científico predominante en estos momentos, dentro (o acaso fuera) del amplio marco de las emociones?
R. Mi investigación actual está centrada en 3 cuestiones dentro del campo del miedo y de las emociones:
(1)-¿Cómo es la transición de un estado pasivo a otro activo en el cerebro al afrontarse una situación de peligro?
(2)- ¿Hasta que punto puede alterarse la memoria traumática a través de intervenciones retroactivas?
(3) ¿Podemos aprender más acerca de los mecanismos de la individualidad en el cerebro?